Maldita condición de Lobo... Siempre en solitario, siempre latente, siempre alerta. Todo el dolor establecido, repartido entre costilla y costilla, hasta llegar al núcleo, donde la bomba transporta ira y amor. Nunca he entendido en si qué es una manada. Siempre con altercados y contradicciones. Siempre solitario. O al menos así me sentía. La ansiedad de la presa, cuando el cazador acecha continuamente. La persecución del mal encarnado que quiso acabar conmigo, hizo que escondiera mi yo más natural entre mi pelaje. Siempre latente. Amor. O eso creía. Cierto es, que desde un principio, el miedo se hizo realidad, que la Luna, entre mentira y mentira, se mofó en mi cara, porque una sucia y rastrera rata hizo lo mismo con ella, y así jugó conmigo. Eso me destrozó, pero aún así compartimos noches. De todas maneras , aún sigue latiendo. Siempre alerta. Miedo. O tal vez, inseguro. Ya no podía confiar igual en la Luna, aunque confié en ella de otra manera. Había días de ira, potenciados por los brebajes, mi inseguridad y los hechos del pasado. Dolor, y siempre esperando más y más. Como si no hubiera tenido bastante con partirme el corazón, y reconstruirlo con su tela de araña. He tenido muchos adversarios irracionales, en el paso del tiempo, pero ninguno llega a ser tan vil y cruel, como yo mismo, mi archienemigo , mi némesis , el único del cual no me puedo deshacer y siempre me pone piedras en el camino. Maldita condición de Lobo... Siempre en solitario, siempre latente, siempre alerta.
Llegué al centro de aquella muchedumbre, todos ladrando, todos llorando, todos sin darse cuenta de que estaban rodeados de ignorantes, desconocidos, fauna que creía conocerse entre ella misma, pero no. Todos creían tener un autoconcepto y una autoestima, pero no.
De repente, en un parpadeo, solo hay luz. No hay sombras, por lo cual, no hay fauna. No queda nadie, solo la noche y el ruido de su brisa.
No me siento solo, al menos no más que de costumbre, porque hace tiempo, este Lobo se abandonó a sí mismo.
¿Dónde está el amor que regaló? ¿Por qué priorizó ante si mismo otras vidas? Lo hizo mal, siempre lo hace mal, excepto cuando lo hace bien.
Cuando él les daba todo a ellos, sin medida, estaba bien. Todos parecían felices, cuando alguien estaba ahí para recibir.
Cuando él estaba falto de ánimo, nadie le veía, estaba mal. Todos parecían rabiosos, cuando alguien debía estar ahí para dar.
Quizás el olor de estos nuevos y sanos brebajes acaben con esos quistes que llevo arrastrando durante años. Quistes llenos de ira, rabia y un amor que nunca me dí a mi mismo.
Tengo el peor cáncer de todos... Perderse en uno mismo.
Soy aquel cigarro que te fumaste un día, al despertar junto a mi.
Aquel cigarro que te fumaste una mañana en mi cocina, mientras observabas por el patio de luces los pisos, la gente, sus voces, ...
En un principio me acompañaste con un café y buena música.
Cuando me empezaste a liar, sacaste un filtro y un papel.
Quién iba a decirme a mi, que esos serían mis atuendos.
Después, cogiste el tabaco y lo empezaste a enrollar entre tus suaves dedos, cada caricia me llenaba el Alma, y finalmente, me pegaste de un lametón, con tu rasposa lengua, de pies a cabeza.
Cogiste el mechero de la encimera, mientras sonaba "Átomos dispersos" *, y me prendiste fuego.
Cuando me inhalaste por primera vez, fue rápido pero intenso, mi humo brotaba por tus pulmones, y la oxitocina, digo... la nicotina, empezó a fluir por tus venas y finalmente exhalaste el humo, desprendiéndote así de lo poco que había entrado en ti.
Aquella calada cardíaca, no pareció tener sentido alguno.
Algo haría yo mal, ya que me dejaste olvidado en el cenicero, junto a las colillas muertas de la noche anterior. Mi ceniza, nuestros problemas, las cuales de tan quemado que estaba, acabaron siendo polvo.
Mientras yo seguía apartado en el cenicero, sintiéndome una colilla cualquiera, tú te fuiste a buscar aquellos saciables labios que te hacían lo mismo que tú me hiciste a mí.
Te liaron, te fumaron y te dejaron en un cenicero.
¿Qué más da? pensaste, ¿para qué voy a decirle a él (yo) que es una colilla entre mis dedos apagada?
Yo no fui consciente de ello.
Pasaron días, tardes y noches y yo seguía siendo aquel cigarro que te fumabas en mi cocina, siempre en Segundo Plano, cómo si solo te llenase mi compañía, aunque realmente, no era suficiente:
ni la compañía, ni el sabor que mis caladas te dejaba en la boca, boca llena de mentira y falsedad, ni mi humo, ni mi nicotina.
Yo era aquel cigarro insaciable, que nunca te llenaba.
Ese cigarro, que aunque me estuvieras consumiendo, matándome y volviéndome loco, te lo daba todo, todo por ti.
Cada calada era una caída, caída de la cual, casi siempre nos tuve que levantar a los dos.
Sin ningún tipo de miramiento y a punto de matar este cigarro, volviste los brazos del otro. Esta vez sí que fui consciente de ello.
Tú misma la cagaste, y yo por mucho que me diese cuenta, seguí, porque aún confiaba en tus labios. Labios de una colilla, que no acabó metiéndose exactamente un cigarro en la boca...
Esta vez sí. Aunque tú no te hubieras dado cuenta, ya estaba casi apagado del todo...
¿Cómo pudiste hacerlo? ¿Cómo fuiste así? ¿Cómo puedes ser así?
Finalmente llegó el día, día en que mi propio humo dejó de cegarme, día en que descubrí tu engaño, sin ningún acto forzado ni rebuscado, bajo tu propia mano, te cogí.
Ahora sí. Acabaste con las llamas de la pasión, para tornarlas en ascuas, ascuas en cenizas y humo negro, humo que ahora te ahoga y no puedes respirar, ceniza a gran escala de la cual podemos ver que se acabó lo nuestro, que todo se fue a la mierda.
Las ascuas son, simplemente, el poco fuego que queda en mi interior.
Un fuego débil, usado, pateado y a punto de extinguirse, de desvanecerse con cada racha de viento, en una habitación cerrada, que es mi pecho.
Soy aquel cigarro que te fumaste un día, dejaste apartado en un cenicero, te lo fumabas a tus anchas, lo dejabas apagar, lo encendías cuando te daba la gana, y quemaste hasta la boquilla, hasta extinguir su forma visual y convertirlo realmente, en átomos dispersos.
Después de darlo todo, me encuentro solo otra vez. Naufragando un mar de arena, no hay ni agua, ni sol. Una penumbra invade mi alma, ¿ cuánto va a durar? le pregunto a la Luna. Solo me quedan canciones, un libro, un corazón que no palpita y un olor a cerveza que echa para atrás.
En su vigésimo cumpleaños, le iba a regalar el libro o el DVD de "Amélie", pero mi cabeza como siempre, haciendo de las suyas me vuelve a destrozar. La noche en la que le puse "Amélie" en mi cuarto, los dos en mi cama, la noche en la que me quedé dormido y ella se iba, y le dije que se quedara. Esa misma noche, tenía otros planes, para acabar con él, entre sus brazos. ¿Hubiera mi regalo, aumentado su deseo por momentos? Lo pienso y me da asco, un asco tremendo, la película, ella, todo.
" Febrero, me dejó un sabor amargo, me rompiste en mil pedazos, pero igualmente seguí.
La nieve, todos los intentos, tus falsos ·te quiero" ¿cómo puedes ser así?
En Marzo, volviste al pecado. Acabaste entre sus brazos y en un descuido te cogí.
Has destrozado mi vida y primavera, el cariño en las venas, todo lo que te dí. Has jugado, mi integridad entera, ahora mi autoestima vuela, bien lejos de aquí.
Soy un poeta sin su Abril, que vuelve a naufragar, entre "Dos Cañones" la inmensidad del Mar.
Soy, quién confió en ti, y me fuiste a destrozar, no tienes perdón, "la redención no encontrarás."
Las noches frías, llorando tu ausencia, melancolía de Lupanar. Los días en los que le escribías, para volverle a disfrutar.
Espero que seas consciente de todo lo que has perdido. Mi miedo se ha hecho realidad, porque tu has querido,
NO ES CULPABLE NADIE MÁS.
Ojalá en ningún momento,
hubiera sentido lo que siento, te tratara de pañuelo, como tu me hiciste a mi."
Nos estalló el Amor en la cara, en medio del Invierno Aterrador. Temblaron nuestras voces tan pegadas, en ese Oscuro y Gélido Adiós. Mis Miedos se hicieron realidad. La Muerte del Amor, nos brinda un Vals. Ahora estoy sentado y me toca esperar, al Tren que me lleve a otro lugar. Y sé que esta Herida, no se regenerará. Perdiendo la saliva, "Vinagre y Sal". Si te veo en cada esquina, y sonará, "Stand by me", aunque no se pueda ya. Y aún sigue, tu marca de Carmín en el espejo, la Huella de tus Labios en mis Huesos, y una Gran Añoranza, mezclada con Deseo. Nos estalló la Noche en la ventana, la Luna se ha olvidado de los dos. Parece que juntar Flores tan raras, ha hecho que Marchiten de Dolor.
Y sé que esta Herida, no se regenerará. Perdiendo la saliva, "Vinagre y Sal". Si te veo en cada esquina, y sonará, "Stand by me", aunque no se pueda ya. Recordando, tu Olor entre las Mantas, aunque ya no quede nada, de lo que fuimos Tú y Yo. Esnifo, tu Olor en los Pijamas, a altas horas, de Madrugada, y te añoro en mi Colchón! Y aún sigue, tu marca de Carmín en el espejo, la Huella de tus Labios en mis Huesos, y una Gran Añoranza, mezclada con Deseo. Los Falsos, Te Quieros de Febrero. Resultaron ser Sinceros, Me di cuenta tarde, de este Amor Veneno. "Vinagre y Sal" , eres tentación, eres realidad, no quisimos ganar. "Vinagre y Sal" que para siempre en mi recuerdo, tu voz y tu pelo restarán.