sábado, 28 de abril de 2018

Aquel Cigarro.

Soy aquel cigarro que te fumaste un día,
al despertar junto a mi.

Aquel cigarro que te fumaste una mañana en mi cocina,
mientras observabas por el patio de luces los pisos, la gente, sus voces, ...

En un principio me acompañaste con un café y buena música.

Cuando me empezaste a liar, sacaste un filtro y un papel.
Quién iba a decirme a mi, que esos serían mis atuendos.

Después,  cogiste el tabaco y lo empezaste a enrollar entre tus suaves dedos,
cada caricia me llenaba el Alma, y finalmente, me pegaste de un lametón,
con tu rasposa lengua, de pies a cabeza.
 
Cogiste el mechero de la encimera, mientras sonaba "Átomos dispersos" *, y me prendiste fuego.



Cuando me inhalaste por primera vez, fue rápido pero intenso, mi humo brotaba por tus pulmones, y la oxitocina, digo... la nicotina, empezó a fluir por tus venas y finalmente exhalaste el humo, desprendiéndote así de lo poco que había entrado en ti.

Aquella calada cardíaca, no pareció tener sentido alguno.

Algo haría yo mal, ya que me dejaste olvidado en el cenicero, junto a las colillas muertas de la noche anterior.  Mi ceniza, nuestros problemas, las cuales de tan quemado que estaba, acabaron siendo polvo.

Mientras yo seguía apartado en el cenicero, sintiéndome una colilla cualquiera, tú te fuiste a buscar aquellos saciables labios que te hacían lo mismo que tú me hiciste a mí.

Te liaron, te fumaron y te dejaron en un cenicero.

¿Qué más da? pensaste, ¿para qué voy a decirle a él (yo) que es una colilla entre mis dedos apagada?

Yo no fui consciente de ello.

Pasaron días, tardes y noches y yo seguía siendo aquel cigarro que te fumabas en mi cocina, siempre en Segundo Plano, cómo si solo te llenase mi compañía, aunque realmente, no era suficiente:

ni la compañía, ni el sabor que mis caladas te dejaba en la boca, boca llena de mentira y falsedad, ni mi humo, ni mi nicotina.

Yo era aquel cigarro insaciable, que nunca te llenaba.

Ese cigarro, que aunque me estuvieras consumiendo, matándome y volviéndome loco, te lo daba todo, todo por ti.

Cada calada era una caída, caída de la cual, casi siempre nos tuve que levantar a los dos.

Sin ningún tipo de miramiento y a punto de matar este cigarro, volviste los brazos del otro.
Esta vez sí que fui consciente de ello.

Tú misma la cagaste, y yo por mucho que me diese cuenta, seguí, porque aún confiaba en tus labios.
Labios de una colilla, que no acabó metiéndose exactamente un cigarro en la boca...

Esta vez sí. Aunque tú no te hubieras dado cuenta, ya estaba casi apagado del todo...

¿Cómo pudiste hacerlo? ¿Cómo fuiste así? ¿Cómo puedes ser así?

Finalmente llegó el día, día en que mi propio humo dejó de cegarme, día en que descubrí tu engaño, sin ningún acto forzado ni rebuscado, bajo tu propia mano, te cogí.

Ahora sí. Acabaste con las llamas de la pasión, para tornarlas en ascuas, ascuas en cenizas y humo negro, humo que ahora te ahoga y no puedes respirar, ceniza a gran escala de la cual podemos ver que se acabó lo nuestro, que todo se fue a la mierda.

Las ascuas son, simplemente, el poco fuego que queda en mi interior.

Un fuego débil, usado, pateado y a punto de extinguirse, de desvanecerse con cada racha de viento, en una habitación cerrada, que es mi pecho.

Soy aquel cigarro que te fumaste un día, dejaste apartado en un cenicero, te lo fumabas a tus anchas, lo dejabas apagar, lo encendías cuando te daba la gana, y quemaste hasta la boquilla, hasta extinguir su forma visual y convertirlo realmente, en átomos dispersos.


*

martes, 24 de abril de 2018

" La Redención No Encontrarás."

Después de darlo todo, me encuentro solo otra vez. Naufragando un mar de arena, no hay ni agua, ni sol. Una penumbra invade mi alma, ¿ cuánto va a durar? le pregunto a la Luna.
Solo me quedan canciones, un libro, un corazón que no palpita y un olor a cerveza que echa para atrás.



En su vigésimo cumpleaños, le iba a regalar el libro o el DVD de "Amélie", pero mi cabeza como siempre, haciendo de las suyas me vuelve a destrozar.
La noche en la que le puse "Amélie" en mi cuarto, los dos en mi cama, la noche en la que me quedé dormido y ella se iba, y le dije que se quedara. Esa misma noche, tenía otros planes, para acabar con él, entre sus brazos. ¿Hubiera mi regalo, aumentado su deseo por momentos? Lo pienso y me da asco, un asco tremendo, la película, ella, todo.



" Febrero, me dejó un sabor amargo,
me rompiste en mil pedazos,
pero igualmente seguí.

La nieve, todos los intentos,
tus falsos ·te quiero"
¿cómo puedes ser así?

En Marzo, volviste al pecado.
Acabaste entre sus brazos
y en un descuido te cogí.

Has destrozado mi vida y primavera,
el cariño en las venas, todo lo que te dí.
Has jugado, mi integridad entera,
ahora mi autoestima vuela, bien lejos de aquí.

Soy un poeta sin su Abril,
que vuelve a naufragar,
entre "Dos Cañones"
la inmensidad del Mar.

Soy, quién confió en ti,
y me fuiste a destrozar,
no tienes perdón,
"la redención no encontrarás."

Las noches frías, llorando tu ausencia, melancolía de Lupanar.
Los días en los que le escribías, para volverle a disfrutar.

Espero que seas consciente de todo lo que has perdido.
Mi miedo se ha hecho realidad, porque tu has querido,

NO ES CULPABLE NADIE MÁS.

Ojalá en ningún momento,
hubiera sentido lo que siento,
te tratara de pañuelo,
como tu me hiciste a mi."